Gentil y encantadora como persona, la maestra Maritza Alemán representó la clásica --pero rara-- combinación de eminente artista y notable profesora. No en balde sus alumnos y discípulos de canto brillan con luz propia en los medios profesionales en México y en el extranjero. No en balde tampoco, el respeto a su carrera lírica, de un clasicismo no acostumbrado, ha sido unánimemente encomiado y --por último-- el reconocimiento a su magisterio se ha materializado en el Concurso de Canto Maritza Alemán, que se ha instituido en la Escuela Superior de Música del INBA. La maestra Maritza Alemán nació en la ciudad de México en 1936. Comenzó sus estudios musicales en la Academia de la Ópera del INBA y con la experiencia adquirida en esa entonces prestigiosa escuela pudo acudir a Munich para perfeccionarse en el canto. Allí asimiló de fuentes vivas la técnica y la estética del lied. En 1953, en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, tuvo lugar su primer compromiso operístico, la ópera Fedora de Umberto Giordano, desempeñando el papel de Dimitri. Al año siguiente cantó el personaje de Mimí en La bohemia, representación que fue dirigida por el gran Umberto Mungai. Participó en el estreno en México de la cantata escénica de Carl Orff El triunfo de Afrodita que dirigió en 1957 Luis Herrera de la Fuente. Las tres representaciones mencionadas le valieron sendos triunfos artísticos. Además de las óperas ya mencionadas, participó representando los personajes correspondientes en las siguientes: La flauta mágica, Madama Butterfly, Las bodas de Fígaro, Así hacen todas, Aída, La fuerza del destino, Don Carlos, Tosca, Manon Lescaut, Eugenio Onegin, Carmen, Los cuentos de Hoffman, Jenůfa, Rusalka, Borís Gudonov y Porgy and Bess. Con estas óperas canónicas del repertorio recorrió los teatros de México y más tarde cumpliría compromisos en Alemania, Austria y otros países europeos. Su notable capacidad interpretativa le valió ser contratada en México para estrenos importantes de obras contemporáneas, como el oratorio dramático de Arthur Honegger y Paul Claudel Juana de Arco en la hoguera, en 1955, la ópera de Francis Poulenc Diálogos de carmelitas, en 1959, y Los visitantes de Carlos Chávez, en 1963. Su gran experiencia, no menos que su talento de subidos quilates, le permitieron transitar airosamente por la difícil tarea de formar cantantes. Aunque no canceló del todo sus actividades ante el público, se consagró a la docencia con asiduidad e inteligencia en la Escuela Superior de Música del INBA, plantel que se honró con su loable contribución durante cuatro decenios. Falleció en Cuernavaca, Morelos, el 13 de mayo de 2020.